Según la Sociedad Española de Oftalmología, la presbicia es una condición óptica y visual que se desarrolla como consecuencia del envejecimiento del cristalino, la lente natural que tenemos dentro del ojo, por detrás de la pupila y por delante de la retina, que se encarga de conseguir una enfoque optimo de las imágenes. Con el paso de los años, a medida que envejece, su composición se va modificando, se vuelve rígido y menos flexible y esto supone que su función de enfoque se vea disminuida, al perder su elasticidad y su capacidad de acomodación, dificultando tareas cotidianas como leer o utilizar el móvil. Es la anomalía visual mas frecuente, que empieza a aparecer por lo general alrededor de los 40 años (aunque también depende de factores como la genética, la actividad diaria habitual: en personas que pasan mucho tiempo leyendo o al ordenador o aspectos ópticos del ojo) y que sigue una progresión que suele estabilizarse entre os 55 y los 60 años.
Los síntomas: ¿tengo vista cansada?
En un primer momento, según nos explican desde el Instituto Oftalmológico Tres Torres, empieza de forma sutil: el paciente nota que para ver bien de cerca necesita más iluminación que antes y que tiene que alejarse de los textos para poder leerlos bien. Estos síntomas ya nos indican que el cristalino está empezando a perder flexibilidad. «alrededor de los 50 años», añaden, «la pérdida de flexibilidad ya es total, y esto se traduce en dependencia de gafas para ver de cerca». En muchas ocasiones también se nota un empeoramiento de la visión habitual de lejos.
Si el esfuerzo de enfoque que se realiza para intentar ver con nitidez es constante y sostenido, la presbicia no corregida puede derivar en otros síntomas, como dolor de cabeza o fatiga y cansancio visual, que se vuelve más intenso al final del día.
¿Qué se puede hacer?
A día de hoy, según nos explica el doctor Luis Fernández-Vega, no existe ningún tratamiento preventivo ni curativo capaz de restituir completamente las propiedades del cristalino natural, tan solo podemos corregir la visión con gafas, o bien por medio de diferentes opciones quirúrgicas que nos ayudarán a volver a ver correctamente a distintas distancias sin necesidad de utilizar las gafas. Jordi Grau, presidente de Instituto Oftalmológico Tres Torres, asegura que los candidatos ideales para la cirugía presentan problemas de visión cercana o al trabajo en el ordenador: «A partir de una dioptría de vista cansada, y sobre todo si se asocia con otros defectos de refracción, la cirugía estará indicada. El gran avance de la corrección de la presbicia es combinar el láser Catalys con la eliminación de defectos de graduación asociados a la vista cansada. Podemos eliminar miopía, astigmatismo e hipermetropía asociados a la vista cansada o presbicia», explica.
Tratamiento de la presbicia
Corrección con gafas
Es el primer paso una vez diagnosticada la vista cansada. En pacientes que nunca ha llevado gafas se utilizan lentes monofocales, para enfocar solo de cerca. Se suelen usar para actividades concretas como lectura, ordenador, aseo personal (maquillarse o pintarse las uñas).
Corrección quirúrgica
En casi todos los casos, según la Sociedad Española de Oftalmología, la presbicia se puede corregir de forma quirúrgica. Existen dos tipos de intervenciones, sustitutiva y aditiva. Y varias técnicas. El oftalmólogo indicará la más adecuada en cada caso: láser bilateral, láser unilateral, lentes intraoculares o implantes corneales.
Por lo general, no se recomienda operar la presbicia hasta que está perfectamente desarrollada, alrededor de los 55 años. A veces se puede operar antes, en los casos en el que el paciente, además de vista cansada, tenga algún otro defecto refractivo. Tras la cirugía el paciente queda muy satisfecho y no necesita gafas.
María Serralta, revista LOVE