No ver bien es uno de los motivos principales del fracaso escolar en niños y adolescentes. Por eso, es recomendable que, a edades tempranas, revisemos la vista de nuestros hijos para evitar tanto problemas académicos como problemas en la visión. Además, de permanecer en el tiempo alguna dificultad en la vista desde pequeños, puede acabar derivando en enfermedades más graves como la ambliopía.
En esta época, a pocas semanas de empezar el curso de nuevo, es el mejor momento para llevar a los niños a una revisión oftalmológica. Sobre todo, si tienen entre 2-3 años, que es cuando pueden empezar a desarrollarse problemas en la visión tempraneros. A partir de los dos años, por diversas causas naturales o por factores genéticos el niño puede empezar a desarrollar miopía, hipermetromía o astigmatismo en la visión.
Si son algo mayores, entre los 3-8 años, como hemos dicho, puede a empezar a afectar académicamente, por lo que para evitar dificultades en el aprendizaje debemos revisar la visión de los niños al menos una vez al año. O si detectamos algún tipo de problema, de manera urgente. Se pueden dar casos de dificultad de visión por la necesidad de gafas, por defectos en la visión binocular o por alteraciones en la acomodación-convergencia (necesaria para poner los ojos en posición de lectura y poder enfocar). En estos casos pueden ser útiles los ejercicios de terapia visual.
¿Qué signos indican que nuestro hijo tiene problemas de visión?
Los principales signos a los que debemos estar atentos en estas edades son los gestos y manías que pueda tener nuestro hijo al mirar. Si tiene tendencia a desviar o guiñar un ojo, si inclina la cabeza para poder fijar la vista, si se le enrojecen de manera frecuente o le molesta la luz, si no calcula bien las distancias y, sobre todo, si los entrecierra en exceso para mirar algo de lejos. Con cualquiera de estos síntomas deberíamos preocuparnos y concertar una visita al oftalmólogo para una revisión. Porque en la mayoría de casos podríamos estar hablando de defectos visuales o incluso enfermedades oculares.
A partir de los 12 años, con la entrada en la adolescencia es donde más habitualmente se pueden producir cambios en la graduación, por lo que también son necesarias las revisiones para asegurar que todo se corrija de la forma correcta. Afortunadamente, con estas edades, los niños ya son capaces de detectarlo por sí mismos y entender que no ven bien o les cuesta enfocar, por lo que, como padres, lo podremos detectar con mayor facilidad.
Equipo del IOTT