Las lágrimas siempre han tenido cierto misterio para la comunidad científica. Saber por qué lloramos o por qué se desencadena esa reacción física no tiene una respuesta concreta ni consensuada.
Lo que sí sabemos es que tienen muchos propósitos y se están produciendo continuamente. Su función esencial es lograr que veamos con claridad y contribuir a la salud de nuestros ojos distribuyendo el oxígeno, hacer que funcione bien el globo ocular y sus estructuras. Si no funcionan bien, pueden alterar nuestra agudeza visual. Eso en lo estrictamente biológico, pero se trata además de un elemento que sirve para manifestar emociones.
Tipos de lágrimas
Las lágrimas básicas, las basales, las que siempre están presentes, tienen la función de lubricar nuestros ojos, de nutrirlos y protegerlos de agentes externos, como la suciedad o la contaminación. Junto a los párpados y las pestañas son nuestro escudo protector. Por ejemplo, absorbiendo parte de los rayos ultravioletas de la luz solar.
Hay otro tipo de lágrimas que se segregan a demanda, son las lágrimas reflejas. Se producen cuando reaccionamos ante algo sobrevenido, como el humo, cuerpos extraños, como las arena que arrastra el viendo o incluso el vapor que se desprende cuando cortamos una cebolla. En este caso, incluyen partículas para luchar contra las bacterias invasoras.
Y, por la último, las lagrimas generadas por una emoción, ya sea tristeza, alegría, rabia o miedo. También por un dolor físico. Un tipo que, según señalan algunos expertos, contienen hormonas que no están presentes en las otras.
La estructura de las lágrimas
Las lágrimas son similares a la saliva en cuanto a su composición. Están formadas por enzimas, lípidos, metabolitos y electrolitos. Además de proteínas y hormonas en el caso de las lágrimas emocionales, como la prolactina, el potasio o el manganeso.
Tiene una capa interna que la mantiene pegada al ojo, otra intermedia más acuosa que es la que se encarga de la hidratación y la protección y, por último, una externa más grasa que permite que se deslice y se pueda ver a través de ella.
Las glándulas lagrimales son las encargadas de segregarlas y es el párpado el responsable de extenderla por la superficie del ojo. Se drenan por las esquinas y se evaporan o se reabsorben.
Los lagrimales bloqueados u obstruidos son el problema más habitual en lo referente a las lágrimas. Bastante común en los recién nacidos que se suele solventar por si solo.
Con la edad se reduce la producción de lágrimas. Esto puede conllevar al problema del ojo seco. Algo que también puede generarse con grandes cambios hormonales como un embarazo o la menopausia.
Equipo IOTT