En la retina hay dos tipos de células que nos ayudan a formar la luz y el color: los bastones y conos. Los bastones diferencian cantidad de luz u oscuridad y los conos detectan el color y se concentran cerca del centro de su visión. Con esta información de luz y color, el cerebro es capaz de interpretarlas para determinar nuestra percepción de la imagen.
En el caso de los pacientes daltónicos, la falta parcial o total de fotoreceptores sensibles a la luz en la retina provoca que no se pueda interpretar de manera correcta la información de color. Por lo general ocurre entre verdes y rojos. Normalmente es una condición hereditaria (congénita).
Es una enfermedad que no tiene tratamiento. Pero es importante detectarla a tiempo, sobre todo para los niños en edad escolar. Ya que no diferenciar los colores o confundirlos puede generar retrasos en el aprendizaje o ansiedad al no ser capaz de avanzar o ver diferente a sus compañeros. Conocer la anomalía y diagnosticarla permite desarrollar claves diferentes de reconocimiento.
Según el tipo de daltonismo, puede ocurrir que sean solo un tipo de células las que no se hayan desarrollado correctamente o incluso varias. O que su funcionamiento no sea el óptimo y detecten colores diferentes. El daltonismo severo ocurre cuando hay una ausencia de alguno de los tres conos y el leve, cuando a pesar de estar los tres no funcionan correctamente. La forma más grave, solo en casos extremos, sería que nada estuviera presente. En estos casos el paciente lo vería todo en escala de grises.
A pesar de que suele ser una enfermedad congénita, hay algunas condiciones como el glaucoma, la degeneración macular, el Alzheimer, el Parkinson o la leucemia que pueden aumentar el riesgo de desarrollarlo. Además, ciertos medicamentos que contengan hidroxicloroquina (generamente usado para tratar la artritis reumatoide) también se ha comprobado que pueden activar la enfermedad.
Equipo del IOTT