La sinequia ocular es una enfermedad que afecta al líquido acuoso. Esta afección dificulta que el líquido fluya con normalidad entre las cámaras del ojo. En casos muy graves puede llegar incluso a producir ceguera. Dependiendo de las estructuras oculares implicadas, la sinequia puede ser de varios tipos. Si la adherencia está entre el iris y la córnea se denomina sinequia anterior y si es entre el iris y el cristalino, sinequia posterior.
Es una enfermedad que se puede detectar a simple vista, pero claro, tiene que ser examinada por personas expertas. En la mayoría de los casos, aunque haya indicios, solo se puede confirmar mediante un examen con un oftalmoscopio o una lámpara de hendidura.
Normalmente este tipo de afecciones vienen ocasionadas por traumatismos en zonas cercanas o derivados de algún otro tipo de enfermedades como la uveitis anterior o las cataratas. De ahí la importancia de someterse a revisiones en este tipo de casos. La inflamación por traumatismos o estas enfermedades hace que sea más posible que se genere esta adherencia entre las estructuras. También es posible que sea algún defecto visual heredado o adquirido.
Pero eso sí, la sinequia ocular no es igual en todos los casos, por mucho que sus síntomas y efectos sean similares. Si no son tratadas a tiempo, las sinequias oculares pueden derivar en deformaciones pupilares y otras enfermedades como por ejemplo el glaucoma secundario.
Tratamiento para la sinequia ocular
Todo tipo de sinequias tienen tratamiento. Pero eso sí, depende de su estado. Como hemos dicho, en casos graves pueden derivar en otro tipo de enfermedades con mayores complicaciones, pero de ser tratadas a tiempo pueden eliminarse. El tratamiento habitual son los colirios midriáticos, para dilatar la pupila y separar las estructuras, o recurrir a antifibrinolíticos para romper y eliminar las estructuras fibrosas de la malformación.
Equipo IOTT