Una de las principales causas de la aceleración de cualquier patología desarrollada en la retina es el tabaco. Así lo afirman numerosos estudios científicos en el ámbito de la oftalmología. En particular, se asocia el tabaquismo a la DMAE y enfermedades como el glaucoma y la retinopatía diabética.
Como ya vimos en post anteriores, la mácula forma parte de la región central de nuestra retina. Es la encargada de permitirnos la visión de los detalles, como los rasgos de la cara o una lectura adecuada con un enfoque claro de las letras. El resto de la retina, en rasgos generales, es responsable de la visión nocturna y la visión periférica.
Fumar acelera el envejecimiento de la retina con el consecuente deterioro de la vista. Esto se debe a sus efectos oxidantes y tóxicos que degeneran el tejido ocular. Esto afecta principalmente a la zona coriocapilar, la membrana de Bruch y el epitelio pigmentado de la retina. Las dos primeras son las encargadas de regular el paso de nutrientes hacia la retina y de retirar los desechos. Si esta membrana o su composición se alteran, se produce falta de oxígeno y nutrientes en la retina. Esto puede provocar DMAE seca y DMAE húmeda.
Aunque también tiene componentes genéticos e influyen más factores que el tabaco, los fumadores sufren la enfermedad de forma más precoz y más fuerte que el resto de población.
Para prevenir estas enfermedades, además de no fumar, se recomienda cuidar la dieta. Sobre todo a partir de los 50 años. Los alimentos que consumimos pueden ser más importantes que la propia genética a la hora de influir en el desarroll ode enfermedades. Por ejemplo, los alimentos ricos en vitaminas A,B,C y E como las zanahorias o las narajas. A su vez, se recomienda reducir el consumo de grasas saturadas y café.
Equipo del IOTT
