Si nunca has visitado a tu oftalmólogo, probablemente no sepas en qué consiste un examen del fondo de ojo. En este caso, te recomendamos que, incluso antes de seguir leyendo, pidas cita a tu centro más cercano para hacértela, ya que esta prueba permite descartar cualquier anomalía en tu visión y se ha de realizar, al menos, una vez al año. Sobre todo si ya eres mayor de 40 años.
El fondo de ojo (también llamado oftalmoscopia) es la prueba más rutinaria de la oftalmología. Se realiza de forma sencilla, es indolora y no tiene efectos secundarios más allá de la dilatación de las pupilas. Precisamente para ello, al paciente se le aplican unas gotas en el ojo. Pasados unos minutos, cuando ya estén dilatadas, el oftalmólogo podrá observar la región posterior del ojo, lugar donde se puede visualizar el estado del nervio óptico, los vasos sanguíneos y la retina.
A través de ella se pueden descartar patologías o lesiones relacionadas con la zona más importante del ojo. Ya que estos tres elementos son esenciales para la visión. Enfermedades como tumores, hipertensión, diabetes, maculopatías o glaucoma se pueden evitar o tratar a tiempo gracias a este procedimiento rutinario.
Esta prueba también aporta mucha información sobre posibles enfermedades del globo ocular o del polo posterior del ojo, como la diabetes mellitus o la hipertensión arterial.
Es importante destacar que conviene acudir a la clínica acompañado. Ya que, debido a la dilatación artificial de las pupilas, es probable que el ojo tarde un tiempo en volver a su situación normal y vea borroso (sobre todo de cerca) durante las siguientes horas. Además, te notarás más sensible a la luz en el trayecto de vuelta.
Nuestra unidad móvil también realiza este tipo de exámenes dentro de la campaña de prevención del glaucoma y la DMAE. Consulta su ruta aquí.
Equipo del IOTT