En plena ola de calor – agosto aprieta, ¡y de qué manera! –, el sol radia, mostrando todo su esplendor. Es ahora, sobre todo, cuando España recurre a las gafas de sol, para protegerse, sentirse bien consigo misma y verse guapa.
“Un rayo de sol, uoh, oh, oh”. Consigo, agosto trae fiesta, calor y… ¡sol! Cabe dentro de las posibilidades que ahora mismo nos estés leyendo tumbado en la arena, haciendo un sobresfuerzo por leer estas líneas. Seguramente, te estarás apoyando en unas buenas gafas de sol, ¿a qué sí?
Porque estas no han vuelto, sino que se han quedado entre los españoles, cumpliendo su función, tanto visual como estética; tirando de funcionalidad y estilismo. Las gafas de sol no son una moda pasajera – ya no son solo para el verano –, cumplen durante todas las estaciones del año. Datos abrumadores sobre la mesa: según el ‘Libro Blanco de la Salud Visual’, las españolas y los españoles, de media, se hacen con 16 millones de gafas de sol (datos recogidos durante el pasado verano).
Sin embargo, ese mismo estudio revela que, de esos 16 millones, 6 han sido adquiridos en espacios no homologados – lejos de la oficialidad y la salud visual –, como, por ejemplo, los top manta, bazares o mercadillos. Finalmente, este país, consumista por naturaleza, se pone cómodo sobre lo sencillo y práctico: cuanto más económico, parece un pensamiento recurrente. Desde instituciones que velan por la salud, como es el caso del Instituto Oftalmológico Tres Torres (IOTT), es necesario manifestar que esa adquisición barata no es un recurso válido. Si se opta por afiliarse a esa costumbre, se corre el riesgo de ver perjudicada tu vista.
¿Por qué? El sol produce beneficios, tales como la Vitamina D, pero ciertos efectos suyos son nocivos, como la radiación ultravioleta, la cual hay que evitar consumir en demasía. Para ello, se ha de buscar una protección visual adecuada. Estas son las consecuencias de utilizar unas lentes solares insalubres:
- Protección nula contra los rayos ultravioleta. La exposición prolongada ante los rayos ultravioleta aumenta el riesgo de padecer cataratas o sufrir lesiones en la retina.
- Fatiga ocular. Usar unas malas gafas de sol puede conllevar al mal filtraje de la luz del sol y eso comporta cansancio y falta de claridad a la hora de percibir objetos.
- Distorsión visual. La baja calidad visual se paga con dolores de cabeza o percibir irregularmente la realidad.
- Picores y escozor en los ojos.
- Deslumbramientos, en el caso de no contar con elementos, en las gafas de sol, que frenen esa acción.
No a toda costa, no a cualquier precio. No sirven todas las gafas de sol. Como todo en esta vida, lo bueno sale caro o, al menos, se deberá abonar un pelín más de dinero, en el caso de querer contar con unas gafas de sol en condiciones y en regla. Si hay una alianza con unas esperanzadoras y óptimas lentes solares, te podrás asegurar lo siguiente:
- Mejoría evidente en la visión.
- Amparo contra el melanoma y el glaucoma. Pugna contra la ceguera.
- Fácil adaptación a la luz. Con gafas de sol, es más sencillo asimilar el cambio, de la luz diurna a la escasez de visibilidad nocturna.
Por lo tanto, se recomienda siempre usar unas gafas de sol homologadas. Es un buen consejo. Si necesitas ampliar la información, puedes acudir a IOTT.