En nuestra vida diaria, la vista juega un papel esencial para poder desenvolvernos sin problemas. Pero, en algunas acciones, es aún más crucial contar con una buena visión y una buena capacidad de reacción. La más evidente quizá, sea conducir.
Cuando conducimos, el 90% de la información que necesitamos la recibimos a través de la vista. Ya que tenemos que permanecer atentos a cualquier mínimo cambio que pueda haber en la carretera y reaccionar en consecuencia para evitar el peligro. Además, lo hacemos en unas condiciones de velocidad mucho más altas de lo normal. Para conducir, debe existir un equilibrio entre todos los campos de visión y la agudeza visual.
Por ello, ante algún problema ocular, lo que hacemos es poner en peligro nuestra propia seguridad y la del resto de los conductores. Este riesgo es aún mayor cuando pasamos de los 50 años. Ya que nuestra vista es más propensa a padecer defectos o a ir empeorando a partir de esa edad aproximadamente. Sobre todo en el caso de desarrollar presbicia o vista cansada.
Estos problemas se acrecientan en el caso de conducir por la noche. La oscuridad, como es obvio, afecta en una gran medida a la visión. Conducir de noche implica hacerlo en unas condiciones en las que la agudeza visual se reduce hasta un 70% y se tiene una menor percepción de la profundidad. Lo que conlleva un mayor esfuerzo visual ya que la oscuridad elimina gran parte de los contrastes entre objetos.
Por eso te recomendamos encarecidamente que revises tu vista, al menos, una vez al año. Y con mucha más razón si has experimentado algún síntoma que indique que tu visión puede haber empeorado o formas parte de la población de riesgo de padecer vista cansada. Porque puedes estar a tiempo de evitar accidentes.
Equipo de IOTT