Si por diversas razones durante la infancia no se desarrolla correctamente la visión, puede dar lugar a la aparición de ambliopía u ojo vago. Ésta consiste en la pérdida parcial, mayor o menor, de la visión. Normalmente afecta a un ojo, pero a veces puede ser bilateral (afectar a los dos) por existir defectos importantes de refracción en ambos ojos. Es una condición común. Afecta al 3% de la población aproximadamente.
A partir de los dos años, el niño puede comenzar a padecer problemas de visión, como miopía, hipermetropía o astigmatismo. De darse el caso, es probable que tenga que forzar alguno de los ojos (o incluso los dos) para conseguir enfocar y ver correctamente. Este sobreesfuerzo es el que puede producir la ambliopía. Por ello, es recomendable hacer una revisión oftalmológica entre los 2 y los 3 años.
En caso de notar cualquier síntoma que indique que el niño puede experimentar algún tipo de problema en la visión ha de iniciarse el tratamiento. Ya que de no tratarse a tiempo, se pueden desarrollar condiciones más graves como daño visual permanente, fallos en la percepción de la profundidad o mala visión permanente.
Para tener una visión normal, es importante que ambos ojos se desarrollen de la misma manera. Si un niño padece ambliopía y no puede tratarse corre riesgos de transformarse en una patología incurable. Puesto que a partir de los 9 años, el sistema visual está compeltamente desarrollado y, por lo general, no se puede cambiar.
Normalmente el tratamiento para la ambliopía (unilateral) suele ser la oclusión. Es un tratamiento pasivo que consiste en tapar el ojo que tiene mayor agudeza visual (es decir el que se ha desarrollado correctamente), forzando a enfocar y a trabajar al que la tiene disminuida.
Otras posibles causas de la aparición de ambliopía pueden ser las derivadas por el estrabismo o por una catarata congénita operada tardíamente.
Equipo del IOTT